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Wednesday, July 5, 2017

~El RELOJERO~


-Décimas-

-Registrado en Derechos de Autor-

El Relojero ha tratado
de atrapar toda su vida
al Tiempo, en eterna huida
y en el Reloj encerrado.
Jamás lento ni apurado,
sin parar, sesenta veces
pasa y le cobra con creces,
cuando se mira al espejo
al Relojero, más viejo
al cabo de doce meses.

Su tic-tac siempre compara
con el constante latido
del corazón, terco ruido
que en el Reloj jamás para
y la hora final depara
sin demora, ni tampoco
la retrasa para el loco
ni para el cuerdo, medida
que lo que suma a La Vida
se lo resta poco a poco.

Circular aventurero
cuyo diseño cuadrado,
o redondo ú ovalado,
obsesiona al Relojero
dedicado por entero
al Tiempo, que desconoce
tanto el dolor como el goce,
cuando la piel le traspasa
mientras puntualmente pasa
corriendo de doce a doce.

Dictador, en su muñeca,
rige su noche y su día,
hogar o Relojería,
toda su vida hipoteca,
lo permea, lo diseca,
le deja tarde o temprano,
se le escapa de la mano,
marcador de los instantes
amo absoluto del Antes
y el Pasado Meridiano.

Llegando al Reloj, se fuga
el Tiempo constantemente
y al Relojero, la frente
con cada tic-tac le arruga.
Lento como la tortuga
cuando le falta paciencia
y veloz en apariencia,
 jamás su efecto demora,
cuando le llega la hora
final a toda existencia.

Aunque el Relojero toma
sus manecillas en serio,
de investigar su misterio
abismal, no se diploma.
El Tiempo, en cualquier idioma,
lo mantiene a su servicio
de carácter vitalicio,
con paciencia permanente
para tratar diariamente
con los gajes del Oficio.

Como su frío engranaje
sentimientos no atesora,
por su metálica hora
sigue impávido su viaje
el Tiempo usando el lenguaje
que indica el final minuto
cuando le declara el luto
que al cadáver legitima,
pasándole por encima
con su poder absoluto.

Aunque su verdad no atrapa
el Relojero, jamás
se queja de ese compás
del reloj que se le escapa.
Puntual, recorre la etapa
que acredita su experiencia,
con la habitual insistencia
que marcó el primer segundo
de su llegada a este mundo
y es un hecho su existencia.

 Dándole cuerda, amanece
el paciente Relojero,
viendo como el traicionero,
sin remedio, lo envejece.
Relación que favorece
la Ciencia con que se mide
el Tiempo que lo despide
desde el momento en que llega
y el libre paso le niega
cuando acabarlo decide.

Jamás tiene el Relojero,
del Reloj, ningún control,
aunque estén de Sol a Sol
juntos y de Enero a Enero
siempre sea lo primero
que en sus manos amanece
y, mientras desaparece
el Relojero del mundo,
ve como a cada segundo
en el Reloj le anochece.

El reloj en la muñeca
o colgado en la pared,
cualquier reloj tiene sed
de Tiempo y jamás se seca
la fuente con la que peca
de inundar siempre primero
al curioso Relojero,
y en su taller lo consume
la Ciencia que lo presume
su esclavo de cuerpo entero.

Reflejándose en su esfera
vive el rostro ensimismado
del Relojero, ocupado
del Tiempo que no lo espera,
mientras él se desespera
dependiendo del horario
cómplice del Calendario,
siendo dueños del contorno
donde transita su entorno
y el del mundial vecindario.

Que los relojes funcionen
es el único objetivo
del Relojero obsesivo,
aunque siempre lo traicionen
y a su suerte lo abandonen
dejándolo en el Pasado,
porque nunca ha regresado
el Tiempo, sin marcha atrás,
pasando sin que jamás
se detenga en ningún lado.

La dedicación a diario
del Relojero devoto,
deja como nuevo al roto
controlador del horario,
déspota y autoritario
que camina indiferente,
monótono y persistente,
marcando el paso seguro
que el Pasado del Futuro
inaugura en el Presente.

Experto conocedor,
los fabrica y los compone
y el mismo Tiempo le impone
usar el Despertador
para ejercer su labor
que, desde temprano inicia
y la ocasión le propicia,
todo el día hasta muy tarde,
de hacer silencioso alarde
de su excelente pericia.

A propósito, ya es hora
de cambiar mi indumentaria,
voy para la funeraria
ahora mismo, sin demora.
Sucedió anoche a deshora,
trabajando con esmero
en su taller, prisionero
del Tiempo, injusto tirano,
con mi reloj en la mano
cayó muerto el Relojero.

Victoria Teresa Mata.
G____________