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Saturday, May 12, 2018

~Anatomía de El ALMA~

-Décimas-

-©-Registrado en Derechos de Autor-©-

El Alma es la mercancía
que en eterna compra y venta,
vive en una muerte lenta
clavada en la cruz impía
de la duda noche y día.
Siempre expuesta al Bien y al Mal,
el Mercado Univer$al
de la Fe la pa$torea
queriendo que El Alma crea
que es un ánima inmortal.

Pero El Cuerpo con los pies
en la tierra y destinado
a consumar el pecado
antes, ahora y después,
corre tras el interés
terrenal de los sentidos,
diseñados y erigidos
en aras de las pasiones,
presos de las tentaciones
y al placer comprometidos.

El Alma al Cuerpo se aferra
y por el pecado diario
paga en el confesionario
el alquiler en la Tierra.
Porque si la carne yerra
por instinto natural,
en el plano terrenal
El Alma se lo ha ordenado
ya que de todo pecado
es la autora intelectual.

El Cuerpo es el pecador
y El Alma la que desea,
lo empuja, le da la idea
y cometido el error,
cuando un dedo acusador
la señala, al cuerpo excusa:
-¡La Carne es débil!-, lo usa,
paga religiosamente
y haciéndose la inocente,
de su impunidad abusa.

El Alma compra el perdón
para que el cuerpo reincida,
mientras le dure la vida
y le incendie el corazón
la hoguera de la pasión,
cuando no piensa en el duelo
ni necesita consuelo,
va por caminos distintos
esclava de los instintos
que le ha regalado el Cielo.

Fiel al Espíritu Santo
siempre quiere parecer,
dando, además, a entender
que la carne no lo es tanto.
Administra risa y llanto
como antídoto y veneno
y en el ejercicio pleno
de su juicio siempre cojo,
sin ver la viga en su ojO
ve la paja en el ajeno.

El Alma al Cuerpo convence,
lo maneja a su capricho
y lo pone en entredicho
cuando la verdad lo vence,
sin que el alma se avergüence,
y obligado a obedecer
a ese invisible poder
de naturaleza injusta,
El Alma es la que se asusta
y El Cuerpo el que echa a correr.

Es El Alma la que exige;
pero El Cuerpo el que se agota
hasta la última gota
vital que alegra o aflige
al poder que lo dirige
que sin falta lo hipoteca,
lo presiona, lo diseca
y hasta el extremo lo exprime;
pero El Alma se redime
porque El Cuerpo es el que peca.

Si El Cuerpo la fuerza pierde,
El Alma pierde la calma
y lucha entonces El Alma
para que El Cuerpo recuerde
y, si La Carne no muerde
el anzuelo, se aletarga
y al no soportar la carga,
sus razones no razona
El Alma, que no perdona
la frustración que la embarga.

La Carne se queda ciega
y El Alma pierde la vista,
dejando de ser realista
cuando a aceptarlo se niega
y de la verdad reniega,
y si es también sordomuda,
sólo olfatea la duda
y en el silencio se estanca
si La Carne no es tan franca
y la suerte no la ayuda.

Mientras El Alma le incita,
El Cuerpo en la cuerda floja
ante el mal que le acongoja,
cede al poder que lo excita
y en vez de darle, le quita
la esperanza si el reloj
no le respalda y en 'pro'
de su destino fatal,
llega al minuto final
sin jamás decir que ¡ NOOO!-

El Alma sólo funciona
mientras El Cuerpo la hospeda
el tiempo que en él se queda
y lo obliga a ser persona,
lo alienta, lo condiciona
en su provecho, lo mima,
pero también lo lastima
y lo acorrala a tal grado,
que un día El Cuerpo cansado
se quita el peso de encima.

Su cárcel de carne y hueso
la protege, la amenaza,
le confiere sexo y raza;
pero al final del proceso
cae por su propio peso
pues, sin importarle el modo,
tímida o capaz de todo,
El Alma siempre ha pecado
de ser un gato encerrado
a flote en un mar de lodo.

El cerebro es el cuartel
general en donde El Alma
gesta la guerra y la calma,
a sí misma siempre fiel.
Asumiendo su papel,
tiene a su disposición
como plan B al corazón,
que no piensa y en combate
con el cerebro, no late
al compás de la razón.

La conciencia es una espía
que El Alma siempre soborna
vendiéndose cuando adorna
de ORO a la hipocresía,
lo que dura hasta ese día,
tan cercano o tan remoto,
en que yace el cuerpo roto
y al no servir para nada,
El Alma, desalojada,
se queda sin voz ni voto.

El Cuerpo es un monigote
y El Alma lo mangonea
como  un perro de pelea
hasta que al fin la derrote
y El Alma ya no se anote
ni un sólo gol de esperanza,
viuda de cualquier alianza
y adúltera santurrona
con record de ser campeona
del abuso de confianza.

La Vida la puerta cierra
y La Carne ante el desaire,
lanzando el aliento al aire
vuelve al polvo de la tierra
y El Alma es la que se aterra
al derrumbarse el fortín
porque, cuando llega el fin
y El Cuerpo ya no la hospeda,
El Alma entonces se queda
en la calle y sin llavín.

Pero nunca ha regresado
a probar que sigue viva
al no ser ya la cautiva
de El Cuerpo que la ha dejado.
El Alma siempre ha pecado,
incluso la más devota
que evita la bancarrota
del que sus secretos sabe
y los guarda bajo llave
mientras le pague la cuota.

La Muerte le quita el piso;
pero El Alma de cualquiera
en el fondo nunca espera
ni desea el Paraíso,
ni tampoco jamás quiso
ni creyó ser inmortal,
pasto del fuego infernal,
porque el ideal destino
es ser eterno inquilino
del infierno terrenal.

De guardar las apariencias,
vive El Alma, mala o buena,
y así como las condena
comete las indecencias,
 evade las consecuencias,
y entre el altar del retablo
y el estiércol del establo
se da el gusto de pecar,
queriendo siempre quedar
bien con Dios y con el Diablo.

Si el efecto de morir
es pasar a mejor vida,
¿por qué el alma al cuerpo cuida
y de él se niega a salir?,
¿por qué no se quiere ir
si eternamente será
feliz en el más allá?
Si esos dones fueran ciertos,
¿por qué lloran a los muertos
los vivos del más acá?

Sin el poder de sentir,
del físico despojada,
no le servirá de nada
a El Alma sobrevivir.
Si han dejado de existir
el dolor como el placer,
El Alma no puede arder
porque, siendo incombustible,
el Infierno es imposible,
no tiene razón de ser.

El Alma tiene una lista
de mentiras en su haber
porque prefiere creer
que en El Cuerpo ella es turista.
Por eso, mientras exista
entre la historia y el cuento,
La Carne es el instrumento
que la mantiene en vigencia,
gracias a la dependencia
de oxígeno y alimento.

Si a El Alma le aqueja un mal,
El Cuerpo siente el dolor;
pero ella llama al Doctor
y lo lleva al Hospital.
Para su sed terrenal
la Ciencia le da el consejo
porque El Cuerpo es su reflejo.
y aunque la fe sea mucha,
con todas sus fuerzas lucha
para salvar el pellejo.

Cuerpo y Alma, dualidad
aparente que el aliento
mantiene en pie hasta el momento
que acaba su realidad
de indivisible unidad
que borra la parca impía,
sólo por fotografía,
de antes que la vida pierda,
el futuro la recuerda
gracias a su ANATOMÍA.

Victoria Teresa Mata.
G__________